martes, 5 de junio de 2018


"Cómo plantar y cuidar un girasol"

El girasol es una planta alegre, preciosa...

Así, el sol es el mejor amigo de esta flor de la familia de las asteráceas. En la medida de lo posible, la planta debe estar colocada siempre a plena luz del día, por lo que es necesario ubicarla en un lugar con abundante exposición solar.
Para que un girasol se desarrolle con normalidad, requiere, como mínimo, seis horas de sol directo, día tras día. Un factor muy importante a tener en cuenta antes de realizar cualquier tipo de plantación.

*Riego constante, pero moderado

La larga exposición al sol influye lógicamente en la hidratación de la flor, pero esta desventaja la compensa con las largas raíces que posee, las cuales utiliza para profundizar en la tierra y buscar nutrientes y agua.
Pese a todo, no hay que ser imprudente. El girasol no puede pasar sed. En caso de que ocurra, su follaje perderá energía y el tallo carecerá de la fuerza suficiente para sostener una mole vegetal que puede llegar a alcanzar los tres metros de altura.
Por estas razones, un cultivo de girasoles requiere un riego constante, aunque moderado, con mayor intensidad durante la etapa de crecimiento de la planta.
Cuidado con el sustrato

Los girasoles son plantas que, como ya se ha mencionado, pueden alcanzar dimensiones desproporcionadas. Por suerte, existe una larga variedad de géneros de menor tamaño, que se pueden cultivar en macetas o contenedores similares.
Aún así, por regla general, los girasoles necesitan unos suelos profundos, donde poder arraigarse en busca de nutrientes. Aunque no son muy exigentes en cuanto a la superficie, tienen una necesidad primordial de fósforo y se desarrollan mejor en suelos arenosos. También consumen grandes cantidades de nitrógeno y potasio, especialmente, durante el crecimiento inicial.

*Cómo y cuándo sembrar girasoles

La época de siembra para el girasol coincide con el final de las lluvias primaverales, de tal forma que la planta pueda florecer en verano. Antes de plantar las semillas, hay que buscar un lugar soleado y asegurarse de que la superficie tenga un buen drenaje. Aunque los girasoles se aclimatan a temperaturas templadas y cálidas, es imprescindible que al principio la tierra en la que se depositen las semillas esté caliente y el viento no incida directamente en la zona.
Una vez seleccionado el terreno, se cavarán hoyos con una profundidad de 2 a 3 centímetros y una separación entre cada oquedad de 30 a 60 centímetros, dependiendo de la especie de girasol que se vaya a cultivar. Tras introducir las semillas en los agujeros, una buena dosis de sol, agua y nutrientes permitirá que el incipiente girasol asome después de diez o quince días.
Si sigues estos pasos durante la primavera, los girasoles surgirán preciosos y altos durante los primeros meses del verano, mostrando su grandilocuente esplendor ante el resto de flores y plantas.
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*Cultivar girasoles en macetas

Algunas especies de girasoles son especialmente pequeñas, por lo que pueden desarrollarse en macetas y recipientes similares y emplearse para adornar patios y balcones. En cualquier caso, existen contenedores especialmente diseñados para esta planta. Para las especies enanas, una maceta grande será suficiente.
Un factor trascendental es utilizar tierra de buena calidad, bien drenada y con un fertilizante de efecto prolongado. Tras plantar las semillas, hay que mantener el sustrato húmedo hasta que empiecen a germinar. A diferencia de los girasoles cultivados en terrenos naturales, estos tienen mayor necesidad de hidratación.
Finalmente, bastará con situar los contenedores en un lugar donde el sol incida durante, al menos, seis horas al día. Así la planta comenzará a desarrollarse saludablemente. Usar fertilizantes con un alto nivel de fósforo acelerará la floración, y se podrá disfrutar de estas bellísimas flores antes de lo previsto.
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*Una planta con muchas posibilidades ornamentales

El girasol es la flor propicia del verano. Su poder decorativo es inmenso, comenzando primero en su destacada altura, que permitirá utilizarlo como una barrera psicológica o para ocultar paredes, maquinaria o cualquier zona indeseada de nuestro jardín.
Dada su luminosidad, aportará brillo y magnificencia al ambiente, razón por la que algunos girasoles son muy utilizados en los invernaderos, para alumbrar el interior. Asimismo, el girasol es una planta alegre y simpática, que dará un toque desenfadado a cualquier parque o espacio abierto, especialmente si se entremezcla con otras flores de tonos azules.
Las variedades del girasol, y por tanto las posibilidades ornamentales que permite, son casi ilimitadas. Destaca por el ejemplo, el género del girasol rojo, cuyos pétalos poseen manchas rojizas que complementan la hermosura de la flor.
En definitiva, el girasol no es sólo una especie de la que obtener un exquisito fruto o un aceite vegetal, es, indudablemente, una muestra incomparable de belleza floral, una planta particularmente agradable y vivaracha que nutrirá los jardines de una jovialidad singular, y que además tiene un significado muy especial.
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